Leer es un placer, aunque la antropología del mexicano asocia la lectura con el castigo. ¿Cómo quieren que a los niños les guste leer si los obligan a leer 20 minutos al día? Desde mi muy humilde punto de vista de mamá lectora, si le dices a un niño «tienes que leer 20 minutos» va a decir ¿por qué?
Si quieres que tu hijo sea un lector dile ¿quieres escuchar una historia antes de dormir? los niños pequeños aman las historias, y los grandes también, al leer un cuento para dormir estarán asociando el momento de la lectura con una experiencia de amor, con tiempo con su familia. Esto pone a la lectura no ya como un castigo sino como un premio.
El siguiente cuento para dormir es muy sencillo, espero le guste a tu pequeño.

Cuento para dormir

 El ingrediente mágico

         La calle estaba desierta y oscura, de una ventana salió una figura solitaria que se movía sigilosa, como se mueve un ladrón. No había nadie para verlo, todos dormían tranquilos en la ciudad. El ladrón se alejó despacio luciendo una enorme sonrisa de satisfacción. Todo había resultado como lo planeó. No llevaba nada en sus manos pero la fechoría estaba cometida. El trabajo de B. Sarcasmo fue destruir la fórmula mágica que preparaba el doctor don Bolonchus Sabiondus.
            Don Bolunchus Sabiondus, un viejito regordete, de pelo blanco y ojos penetrantes que se esconden tras unos lentes redondos, es el mejor científico de Bono Salute.
            En la mañana, después de la fechoría cometida por B. Sarcasmo, Benita Susú entró al laboratorio para hacer la limpieza y se encontró con ¡un gran desastre! Matraces y probetas se encontraban en pedazos, el suelo estaba cubierto de una sustancia verde y gelatinosa, era la fórmula mágica en la que el doctor estaba trabajando.
Benita Susú gritó, estaba asustada y no sabía que hacer. El doctor Bolonchus llegó corriendo, bueno trotando… la verdad es que caminaba ayudado por su bastón.
-¿Por qué tanto grito muchacha? ¿De nuevo te encontraste con una araña? Ya te dije que no te hacen nada, son animales inofensivos…
El doctor no pudo seguir hablando, cuando vio todo su trabajo tirado en el suelo se quedó mudo de la impresión.
-Por eso grité –dijo Benita-, entré y me encontré con este desorden.
Don Bolonchus estaba más blanco que su bata, Benita pensó que estaba a punto del patatús.
-A ver don Bolonchus, siéntese aquí antes de que se desmaye –dijo Benita mientras ayudaba al doctor a sentarse en un banquito.
-Era el trabajo de toda mi vida –dijo el científico con un hilito de voz-, la fórmula que lograría que todas las personas que mundo quisieran leer. Y ahora está arruinada.
-Bueno profesor, ya no se lamente, puede hacerla de nuevo –dijo Benita, limpiando las lágrimas del doctor.
-No entiendes, es imposible hacer esa fórmula otra vez, se me terminó el ingrediente principal, el ingrediente mágico: la imaginación.
-Si quiere yo voy a comprar más, pero ya no esté triste –dijo Benita.
            Benita creía que la imaginación era una sustancia que se compraba en cualquier tienda, no sabía que era un don único que los seres humanos habían olvidado, en el año 3225 sólo Don Bolonchus Sabiondus conocía y practicaba la imaginación. Por eso era el mejor científico.
-¡Ay niña! No venden imaginación en ningún lado, estoy completamente arruinado –el profesor se alejó del laboratorio, parecía decidido a no entrar ahí jamás.
            Benita estaba muy triste, quería ayudar al doctor pero no sabía cómo. La muchacha tomó un trapo y se puso a limpiar el desorden.

            Extraños vapores salían de la fórmula derramada, vapores de colores que Benita respiraba, limpió hasta que todo quedó impecable. Benita se sentía extraña, un cosquilleo le subía por todo el cuerpo y llegaba hasta su mente, su cerebro estaba revolucionado; por primera vez en su vida Benita Susú tuvo ganas de leer.

         Tomó un libro del estante más alto, era un libro con tapas doradas y dos serpientes formando un ovalo porque se mordían mutuamente la cola. El libro se llamaba LA HISTORIA INTERMINABLE.
        Benita leyó toda la tarde, entró al mundo de Fantasía, se encontró con una reina hermosa, ogros, duendes, leones feroces, personajes diminutos, un lobo aterrador, una araña gigantesca y miles de cosas más.
        Don Bolonchus Sabiondus entró al laboratorio dispuesto a empezar un nuevo proyecto, pero vio a Benita Susú concentrada en el libro, tan concentrada que le salía humo de colores de la cabeza. El científico se apresuró a guardar los vapores en frasquitos de cristal.
       Benita Susú terminó de leer el libro al anochecer, sólo entonces se dio cuenta de que el científico la observaba.
-¡Lo siento mucho doctor! Estaba arreglando el estropicio y me dieron unas ganas locas de leer, este libro me llamaba como si tuviera una voz adentro de mi cabeza y no pude resistirme –dijo la muchacha esperando recibir un regaño.
-¡Gracias muchacha! La fórmula mágica funciona y tú me has dado más imaginación para hacer más.
-¿Cómo? –Benita no entendía nada de la explicación del doctor.
-Supongo que recibiste una alta dosis de mi fórmula, quizás los vapores entraron a tu cuerpo cuando hacías la limpieza. Por eso te dieron ganas de leer y estabas tan concentrada que tu imaginación se activó al máximo escapando de tu cuerpo. Yo pude guardar el ingrediente mágico en unos frasquitos de cristal y ahora estoy listo para hacer mi fórmula de nuevo. ¡Los niños del mundo querrán leer otra vez!
El doctor no esperó ni un segundo más y trabajó con ahínco para lograr su propósito. Se veía una silueta por la ventana, pero el científico no se enteró que un ser maléfico lo observaba.
FIN
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